El Periodismo está malito

PR08_100111/LUIS BAEZA «El descrédito de la verdad es una carga de profundidad letal para nuestro oficio que ya esta inmerso, por cierto, en otras muchas letalidades». Así concluyó Arcadi Espada su intervención -nada alentadora- sobre Literatura y Periodismo. El periodista barcelonés abordó el tema con dureza y claridad. De esta manera, advirtió: «La Literatura es una de las principales infecciones y riesgos del Periodismo.»

Con un tono de voz pausado y presente, indicador de sus más de treinta años de experiencia, desterró a Wolfe y a Capote e invalidó, así, su obra dentro del buen hacer periodístico.  Para Espada, entonces, este Nuevo Periodismo -que vio nacer la gran obra maestra A sangre fría- «es dudoso» ya que se produce una entrega del «reino de la ficción al reino de la verosimilitud». Aunque, reconoce que habría que distinguir las obras de los diferentes autores.

Frente a la verosimilitud se encuentra la realidad. Y ésta última, según el ponente, es la que debe encarnar el Periodismo. Bajo ningún concepto la primera ya que es carnaza de la novela realista. Según Arcadi Espada, de hecho, de lo único que debe ocuparse este oficio es de lo que ha ocurrido. Y nunca, jamás, buscar el porqué. Aquél que, por otro lado, se empecinó en buscar Capote en sus investigaciones. Así, sentencia: «el periodismo, influenciado por la literatura, se ve obligado a construir y a cerrar la historia como en la novela donde todo tiene un sentido».

También de la novela realista se filtran otras «sustancias letales» que subraya el periodista. Por un lado, el concepto de arquetipo. A esta práctica que consiste en atribuir un comportamiento general a una persona la califica Espada de «inflamante» ya que, tal y como defiende, «el periodismo se ocupa de personas, no de personajes». Por otro lado, la omnisciencia. «Una notable estupidez», por eso, es lo que pensaron Truman Capote y Wolfe de que los reportajes habían de escribirse con la técnica de las novelas. ¡Una leche!, piensa Espada.Y él, todavía más rotundo si cabe: «el discurso periodístico necesita convicción y solvencia sobre lo que se sabe».

El mensaje del catalán no es optimista. Ya ven. Su actitud severa y ceremonial alerta, a lo largo de la charla, de lo malito que está el oficio periodístico y, a través de su enseñanza, muestra los fantasmas  surgidos de las novelas que todo buen hacedor de informaciones debe evitar.