PR01_201010/LUIS BAEZA Que un periódico viva de sus propios beneficios y no de ayudas procedentes de publicidad y otras prácticas es algo más que una utopía. Aunque, si lo que se quiere ser es precisamente eso, ¿por qué no? Eso sí, habría que dejar, por un momento, al mercado solito.  Y pensar que no ganaremos ni un céntimo a costa de ello.

Cada pueblo tiene su historia que contar, a ras del cielo soberano de un Ayuntamiento protector y omnisciente. Como Santa Pola. Por decir algo.  Asuntos muy locales, con protagonistas locales y de interés local, una redacción en la que no trabajan más de cinco personas –como en el Register Star-, y los que la integran cubren distintas necesidades: reporterismo, redacción, etc…  El periódico de Santa Pola, por ende, es la pasarela del alcalde y sus vasallos. Y de aquellas noticias que la gente necesita oír.

Otras historias también vienen de más lejos, del otro lado del charco que no siempre distanció. En Argentina, por ejemplo, cuenta el periodista Fernando Pittarro, hay un entramado de periódicos que, de alguna manera no son libres aunque sí fuertemente locales. “La libertad de prensa de estos periódicos está un poco condicionada por las pautas del estado sobre todo en las poblaciones pequeñas en las que los habitantes conocen dónde vive el periodista que hará una nota de prensa. Por ejemplo sobre la corrupción en la intendenci”, explica. Algunos de ellos son: Diario el Libertador, Ecos Diarios, El intransigente, Nueva Rioja

Por otro lado, doy fe, existen proyectos (aunque no con un fin puramente periodístico) que buscan una plena libertad de contenidos y de difusión. Que se mueven, precisamente, por internet y que quieren ilustrarse a sí y al entorno. (¿Podríamos ver este tipo de proyectos sobrevivir en el mercado, en papel? Ojalá…) El principio que mueve esta idea no es económica. Es cultural. Se trata de una revista  – Periplo – temática y bimensual en la que participan periodistas, historiadores, sociólogos…  (Nada de periodistas ciudadanos).

Respecto a esto último, debemos plantearnos qué sentido tiene para el periodismo que cualquier persona pueda tener cabida en un tan valorado espacio. ¿Son periodistas? ¿Son colaboradores? ¿Tienen estudios? ¿El medio tiene que controlar esto? ¿No sería más fácil contratar a más periodistas…?

Si el intrusismo laboral ya es una de las cruces de la profesión para qué colgarse más. Los pequeños periódicos deberían nutrirse de historias vivas y frescas, llenas de originalidad e imágenes. Pero todo tiene un precio. Y, aunque está claro que en un futuro un periódico en papel (con garantías de máximos beneficios) podría ser casi un delirio, los ciber medios han de ser rigurosos y conseguir la maestría con que se impuso primero la radio, después la prensa, más tarde…

Luis Baeza Andreu

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